Sociedad

Un estudio señala un nuevo beneficio del consumo de leche y queso vital para el sistema digestivo

Investigadores descubren cómo ciertos lácteos influyen en las bacterias intestinales que protegen la salud digestiva.

Productos lácteos
María Dávila
Actualizado a

Durante décadas, los productos lácteos han sido valorados por su aporte en calcio, proteínas y vitamina D. Sin embargo, una nueva investigación liderada por el Dr. Li Jiao, del Baylor College of Medicine, sugiere que el impacto del consumo de leche va mucho más allá, y que podría favorecer la diversidad de bacterias beneficiosas en el intestino humano.

¿Qué es el microbioma intestinal?

El microbioma hace referencia a los miles de millones de bacterias, hongos y otro microorganismos que viven en el cuerpo humano, especialmente en el intestino. Estas bacterias no solo ayudan a digerir los alimentos, sino que también, participan en funciones esenciales como la producción de ciertas vitaminas y la regulación del sistema inmunológico.

Las alteraciones en este equilibrio han sido vinculadas a trastornos como la obesidad, enfermedades inflamatorias intestinales e incluso alteraciones del estado de ánimo.

Leche, queso y yogur

El estudio mostró que los participantes que consumían leche regularmente tendían a tener mayores niveles de microbios asociados con efectos positivos para la salud. Entre ellos, Faecalibacterium, que contribuye a reducir la inflamación, y Akkermansia, relacionada con el control del peso corporal y la glucosa en sangre.

“El consumo de lácteos puede influir en la salud del huésped al modular la estructura y la composición de la microbiota intestinal adherente del colon”, explicó el Dr. Jiao en declaraciones recogidas por Earth.com.

El queso, aunque también es un derivado lácteo, mostró un perfil diferente. Según los datos recogidos, su consumo se asoció con una reducción de bacterias como Bacteroides, comunes en el intestino y potencialmente influyentes en afecciones digestivas.

También se observó una disminución de Subdoligranulum, una bacteria cuyo papel en la salud metabólica aún se está investigando. Por el contrario, se registraron aumentos en Bifidobacterium, un conocido probiótico que ha sido vinculado con beneficios digestivos.

Pese a su reputación como alimento probiótico, el yogur no mostró una relación clara con cambios en la microbiota. Los investigadores atribuyen este resultado al bajo consumo reportado por los participantes, lo que impidió sacar conclusiones sólidas.

El estudio analizó a un grupo reducido de 34 personas, en su mayoría hombres mayores. Además, se basó en datos autoinformados sobre los hábitos alimentarios, lo que introduce un margen de error. Por ello, los autores advierten que los resultados no pueden generalizarse sin más a otras poblaciones o patrones de alimentación.

Aún así, la investigación abre la puerta a diseñar recomendaciones dietéticas más personalizadas, enfocadas no solo en la cantidad de lácteos, sino también en su tipo y efectos específicos sobre la microbiota intestinal.

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Estos descubrimientos respaldan la idea de que los alimentos no solo aportan energía o vitaminas, sino que también interactúan directamente con los microorganismos que habitan nuestro organismo. La leche, en particular, parece tener un papel importante en ese diálogo invisible que sucede cada día en nuestros intestinos.

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