¡Felices 101, EuroRayo!
El club franjirrojo termina su centenario con una histórica clasificación para Conference League. AS repasa este último año con Rafa Garrido, el abonado número 1.
Han pasado las horas y los días, pero al Rayo no se le borra la sonrisa tontorrona. No es para menos. Hoy jueves es su cumpleaños y sopla las 101 velas en plena resaca emocional, después de que el sábado pasado recibiese su mejor regalo. Le costó un poco desempaquetarlo, algún minuto extra, pendiente de Mendizorroza, pero dentro estaba el billete para la Conference. Lo que había soñado durante cien años. Lo que llevaba queriendo repetir un cuarto de siglo. De ahí, la euforia desmedida. Una celebración a la altura del hito conseguido, con invasión de campo, abrazos, lágrimas, La Vida Pirata... “¡Yo me la sé! A veces estoy en la cama, porque no puedo dormir, me viene y la canto", confiesa risueño Rafael Garrido, el abonado número 1, testigo de un nuevo capítulo de la historia.
“No hay otro equipo igual. Hay días que, estando solo, pienso en el Rayo y me emociono”
Rafa, abonado número 1
Rafa, de 88 años, ha conocido a los fundadores de aquella Agrupación Deportiva El Rayo (Los Huerta, Miguel Rodríguez Alzola...), todos los estadios donde ha jugado el equipo (Las Erillas, Rodival y Vallecas) y a muchos de los presidentes, entrenadores y jugadores... Su vida va de la mano de la de la Franja. Su amor por este escudo le hace llevar su pin de la ADRV cerquita del corazón y cuidar de su museo como si de otro hijo se tratase. Esas más de 500 piezas de su nave y su desparpajo le han convertido en el mejor embajador del rayismo durante este año, cautivando a las decenas de medios que le han entrevistado. AS pasó el 29 de mayo de 2024 junto a él y repite en 2025. “Ojalá pudiera ver al Rayo diez o veinte años más”, se le quiebra la voz, justo antes de repasar los últimos 365 días.
A la misma hora en que el Rayo cumplía cien años se celebró un partido de leyendas en el Estadio de Vallecas, aunque la mayor ovación se la llevó Rafa cuando hizo el saque de honor. Decidido y luciendo la franjirroja chutó el balón y se marchó del campo por el pasillo que formaron mitos como Cota, Míchel, Paco Jémez, Cembranos, Trashorras, Armenteros, Bolo, Delibasic, Amaya... “Fue una ilusión enorme. De la emoción y los nervios no reconocí a ninguno. No caía en quiénes eran”, ríe el abonado más antiguo, que ya en los 90 minutos posteriores hizo memoria. Para que nunca se olvide de los héroes de la 2024-25, su nieta Tamara le regaló los cromos de la plantilla y un escudo que se ilumina. “Algún día me lo he dejado encendido...”, bromea. No le caben más recuerdos entre esas cuatro paredes de la nave.
Precisamente su museo inspiró el salón de Rafa. Ese espacio que el Ikea del centro comercial La Gavia dedicó a la Franja y a todos sus aficionados, quienes comparten con el socio número 1 ese sentimiento único. “No hay otro equipo igual. Hay días que, estando solo, pienso en el Rayo y me emociono. No me da vergüenza itirlo. Es así”, asegura Rafa, a quien la tienda le regaló un sillón personalizado con su nombre. Otra valiosa pieza para su colección. “A la gente se le cae la baba cuando la ve”, presume. No es para menos. Rafa prestó una gran cantidad de objetos para la exposición El primer rayo que dura 100 años, organizada por el club, primero en la Casa de Vacas del Retiro y después, en el Centro Cultural Lope de Vega. Ya en su día, también cedió algunas cosas a la productora El Deseo para la película Volver de Pedro Almodóvar.
Los carteles de Ikea con su foto y los múltiples reportajes en los medios le han convertido en un rostro muy reconocible dentro del rayismo. “Voy por ahí y la gente se me queda mirando... Me habéis dado mucha publicidad. El día del partido contra el Mallorca se hacían fotos conmigo en el estadio”, alucina Rafa, que se reconoció en el As, junto al monumento que se inauguró en los Días del Rayismo como homenaje a la afición. “Que piensen en mí para estos actos son detalles que aprecias”, dice emocionado, mientras prosigue: “¿Sabes el mural que hay frente al estadio? ¿El de un padre que coge a su hijo a hombros? Así llevaba yo a mi Santi a Vallehermoso hasta que le hice una silla".
“¿La Conference? Algún viajecito igual hago... Yo, con el Rayo, al fin del mundo"
Rafa, abonado número 1
Juntos vivieron esa cita para la historia. El duelo de la Conference. El de los nervios y la radio. “Santi tenía el transistor y estábamos pendientes de Osasuna. Ha sido el mejor regalo por el centenario...”, afirma Rafa, que ya viajó en la UEFA de la 2000-01 y piensa repetir: “Algún viajecito igual me hago... Si Santi se anima, me voy con él. La otra vez fui a Burdeos y me traje un cartel de recuerdo. Estoy muy orgulloso de mi equipo y de mi barrio”. Él era de los que viajaba con su peña El Changarro en aquellas denominadas excursiones del Rayo. “Con la Franja me voy al fin del mundo”, sentencia. Esta locura es difícil de explicar. “¿Por qué? Pues porque al Rayo lo quiero mucho", se aventura el abonado número 1, que atestigua un amor eterno.
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