Xabi, el novato con el que “flipaban” en ‘La Fábrica’
Recién sacado el título, el tolosarra desechó ofertas para así empezar en el Infantil A madridista: “No quería precipitarme”.
Con la licencia UEFA A recién sacada del horno (la Pro, la máxima titulación, se la sacaría un año más tarde), Xabi Alonso se dedicó el primer tercio de 2018 a meditar cómo empezar su carrera de entrenador. Al teléfono de Iñaki Ibáñez, su agente de toda la vida, llegaron cositas. Su nombre entre los entrenadores novatos era muy atractivo, pero Xabi, tras meditarlo, prefirió hacer un camino a la vieja usanza. Desde abajo. En puro fútbol formativo. El Madrid le abrió la puerta y se decidió el equipo, el Infantil A. Niños de categoría Sub-14, con una cierta madurez para comenzar a absorber conocimientos más complejos. “No quería precipitarme”, le confesó a Jorge Valdano en 2023 en una entrevista para Universo Valdano. “Quería verme a mí mismo, antes que nada, ver cómo me sentía... y me sentí muy bien”.
En mayo de ese año comenzó a trabajar. En la otra punta de la ciudad deportiva blanca, en partidos donde apenas había espectadores y en desplazamientos a campos municipales. En Valdebebas aún recuerdan el impacto que generó ver asomar la pelirroja y perfectamente cuidada barba del tolosarra por esos peldaños formativos. “Más que los chavales, que también, los que flipaban eran los padres...”.
Xabi pasó a ser casi una figura mística en aquel vestuario y Sebas Parrilla, su segundo desde entonces hasta hoy, la terrenal. El tolosarra ejercía su influencia con amabilidad exquisita, las ‘broncas’ eran cosa del argentino, una figura muy respetada en la cantera blanca. En un signo de inteligencia, el novato se dejó arropar activamente por un veterano de la casa. Y como gusta de seguir haciendo aún ahora y como si todavía portara a la espalda el 14 del Madrid y la Selección, Xabi se metía en faena con los chicos y lanzaba los ejercicios con pases de 60 metros. Sabiduría con pelota y sin ella. Aunque no es un técnico muy dado a las batallitas, cuentan que con sus chicos no podía negarse cuando le preguntaban, y les relató con todo lujo de detalles la final del Mundial. Incluso la famosa patada al pecho que le arreó De Jong.
Su Infantil fue uno de los mejores de la última década en Valdebebas. Impulso un fútbol veloz, a uno o dos toques, y se llevó de calle el Grupo I de División de Honor casi haciendo pleno de victorias (sólo cedió un empate, 4-4, ante el Rayo) en 26 jornadas y lo logró... ¡con un promedio de 6,1 goles por encuentro! Una apisonadora. El primer partido de Xabi como entrenador fue un derbi contra el Atleti y lo ganó por 2-3. A la Escuela de Fútbol de Arganda le hizo un 13-0 en Valdebebas y un 0-17 a domicilio... Tremendo. “Ese año arrasamos con todo”, recordaba la semana pasada en AS uno de sus pupilos, Alonso Bragado, ahora en la cantera del Getafe.
Una superioridad manifiesta que siguió su proceso de no dar tregua. También se apuntó en el Trofeo de Campeones, en el que doblegó al Leganés (4-0) y hasta se fue a conquistar Italia. En el Torneo de Sorrento se impuso a la Juventus en semis y al Lazio en la final.
Turno para la Generación Xabi
Hay un pequeño ramillete de chavales de aquella Generación Xabi con opciones de reencontrarse con el tolosarra ahora, en la cúspide. Los que más, obviamente, Jacobo Ramón y Chema, tras asomar ambos la cabeza en el tramo final con Ancelotti. Pero también están Yusi, el tres este curso de Raúl y De Llanos, Cristian David y Álex Moya, ellos en el Real Madrid C (aunque el primero a caballo con el primer filial). A Moya, por ejemplo, lo reconvirtió del centro del campo al lateral derecho que es hoy.
Un curso, aquel 2018-19 en La Fábrica, que confirmó en Xabi su impulso inicial de dedicarse a los banquillos. Pero no vio clara la hoja de ruta interna en el Madrid. La Real Sociedad supo aprovecharlo y le puso su filial, el Sanse en la dura Segunda B, en bandeja. Xabi lo consideró otra escuela para sí mismo. El que sería su gran trampolín.
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