Una temporada catastrófica
El Granada cerró la temporada sin conseguir ni el objetivo mínimo y después de meses de muchos vaivenes.

El Granada cerró una temporada catastrófica. Un curso en el que no se llegó al objetivo, el ascenso, ni tan siquiera se ha estado cerca durante los nueve meses de campeonato. Sólo siete jornadas entre los seis primeros y nunca en ascenso director. Una campaña llena de decisiones inexplicables y bandazos y sin un proyecto sólido.
La temporada empezó tarde para los nazaríes, porque costó encontrar a un entrenador que quisiera ponerse al frente del barco después del hundimiento de la temporada anterior. Un equipo perdedor con dinámica negativa que necesitaba un volantazo y para ello se apostó por un entrenador sin experiencia en España ni resultados contundentes: Guille Abascal. Una apuesta arriesgada. Ocho caras nuevas, entre ellas dos centrales, uno de los grandes debes de la temporada anterior y tres jugadores subiendo del filial: Brau, Pablo Sáenz y Rodelas.
Experimento Abascal
El experimento Guille Abascal duró seis partidos. Con un equipo prácticamente calcado al que bajó en el que sólo había un fichaje en el once inicial: Insua. Y que después dio minutos a Trigueros y Pablo Sáenz, dos de las novedades. El Albacete conquistó Los Cármenes en la primera jornada. A pesar de ganar al Racing de Ferrol, cuatro empates seguidos acabaron con la aventura de Guille Abascal cuando sólo se habían jugado seis partidos. En medio de esta tormenta, Luca Zidane se lesionó y se demostró que Marc Martínez no daba el nivel, así que se acudió al mercado de agentes libres para fichar a Mariño. Pero Abascal, a pesar de sus malas actuaciones, siguió confiando en Marc.

Solución Escribá
Llegó Escribá para solucionar la papeleta y empezó muy bien con cuatro victorias seguidas y recuperando a un equipo a la deriva. Con cambios continuos en el once y la sensación de estar en una montaña rusa (de ganar el Miranda a caer en casa ante el Levante; de caer ante Zaragoza o Almería a vencer a Sporting o Racing). Muchos vaivenes que no ayudaban a una plantilla que seguía siendo muy frágil mentalmente.

Un mercado invernal para olvidar
Se llegó a Navidades hacía arriba. Tras una victoria y un empate, pero viendo algo de mejoría. Pero los Reyes Magos trajeron carbón, mucho carbón. El máximo goleador del equipo a final de temporada y el ídolo de la afición se fue después de ponerse en reveldía. Myrto Uzuni, pilar del último ascenso, llevaba 14 goles cuando pidió una mejora o irse y la directiva decidió que lo mejor era que se fuera. No pasó lo mismo con Hongla, a la postre uno de los jugadores más irregulares del equipo, que también se negó a entrenar, pero ni se hizo público y se decidió mejorarle. También se fueron Pablo Sáenz, Ignasi Miquel y Corbeanu. Se invirtieron 2,5 millones en Stoichkov, se trajo a Abde cedido y a Borja Bastón como agente libre. Fue un chascó.

Ciao Tognozzi
Después de un mercado invernal muy complicado, el club decidió prescindir del ‘arquitecto’ del proyecto nazarí, Matteo Tognozzi. El italiano fue la gran apuesta del club cuando se despidió a Nico Rodríguez después del mercado estival del pasado curso en Primera. Entonces se proclamó al italiano el arquitecto del nuevo Granada, pero pasó del año por poco. Tras realizar el mercado invernal en Primera, hizo el estival y el invernal en Segunda antes de ser fulminado. Había un nuevo modelo sin Director Deportivo y en el que las decisiones de configuración de la plantilla se tomaría por consenso, con el Director General con la última palabra. Un movimiento muy extraño que enturbió más si cabe el ambiente.
Otro volantazo
El equipo seguía en su montaña rusa con Escribá al mando. Sin un once fijo, con cambios de sistema y hombres y sin dar la sensación de continuidad, el conjunto rojiblanco se metió entre los seis primeros y, a seis jornadas del final, dependían de sí mismos para meterse en playoff. Pero el empate ante el Elche, la derrota en Málaga y, sobre todo, la caída contra el Eibar en un paupérrimo partido acabó con el técnico valenciano. Llegaba José Rojo Pacheta para intentar lo imposible. Era el tercer técnico y, aunque el burgalés hizo cambios visibles en el equipo, no logró el objetivo. El Granada estaba sin playoff.

Neva, renovaciones, la Ciudad Deportiva, el filial…
Pero la desastrosa temporada no acabó ahí. Desde el gesto del capitán Carlos Neva mandando callar a su afición después de anotar un gol al Málaga en la sexta jornada a la falta de implicación de muchos futbolistas. La grada se mostró disconforme con los que estaban en el verde, pero también señaló al banquillo y sobre todo el palco. Sophia Yang, Aranguren y Alfredo García Amado fueron pitados en numerosos partidos durante el curso, sin que hasta ahora nada haya cambiado.
Tampoco se han terminado las obras de la Ciudad Deportiva, que deberían haber estado terminadas hace meses, y para más inri se ha decidido suprimir el techo de la grada para que los aficionados puedan disfrutar del femenino y el filial.
Hablando del filial, otro fracaso. Por segundo año consecutivo descendió, esta vez a Tercera RFEF, en otro año paupérrimo del Recreativo Granada, que no cambió de entrenador hasta bien pasadas navidades a pesar de que el equipo no daba señales de vida. Otro proyecto que se va al traste y con él las opciones de atraer talento joven como los que han ido saliendo en los últimos años: Neva, Isma Ruiz, Bryan, Samu, Brau, Pablo Sáenz, Rodelas…
Una temporada para olvidar pero, sobre todo, reflexionar. El Granada continuará en Segunda una temporada más y habrá que ver si lo hace con un proyecto para ascender o tiene que conformarse con un equipo con menos kilates por las restricciones económicas.
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