El Barceloneta regala un bronce de ley en la despedida de Perrone

Lo intentó de todas las maneras posibles, no en vano forzó algún penalti y entregó asistencias. Pero el gol se le negó a Felipe Perrone en su último partido con el Club Natació Atlètic Barceloneta. Una simplemente simbólica guinda a una carrera legendaria, que no se ha podido saldar con el título de Champions pero sí con un bronce de ley, el conseguido en Gzira (Malta) desplegando los marineros un waterpolo solidario, implacable, acaso rabioso tras la derrota por penaltis en semifinales ante su bestia negra del Novi Beograd, borrando este domingo del agua al Marsella.

Fue el adiós de ‘O Rei’ Perrone, como mínimo a nivel de clubes, pendiente el planeta de si se despedirá de la elite en los Mundiales de Singapur. Pero también muy probablemente fue el último servicio en el equipo marinero de un Álvaro Granados autor de seis goles (camino presuntamente del Pro Recco, un año después de lo previsto) o del entrenador, Elvis Fatovic. Con 46 victorias en 48 partidos. Objetivamente, un temporadón.

Tuvo indiscutiblemente dos protagonistas el primer cuarto, ambos del Barceloneta, y adivinen sus nombres. Eso es, Álvaro Granados y Unai Aguirre. El ‘3’ marinero anotó sin despeinarse cuatro goles en menos de ocho minutos, desde el primer al último ataque y pasando por todos los estilos: al contragolpe, en superioridad, de penalti… Y el otro artífice del 6-2 que ya reinaba en el marcador, el guardameta, acabó ese primer periodo con siete paradas. Otra barbaridad. Y eso que el VAR le quitó un gol a Granados y una parada a Aguirre, al considerar que había entrado en la meta uno de los disparos de Romain Vernoux.

El mismo jugador francés, el ‘hermanísimo’ de Thomas Vernoux, aprovechaba una acción en hombre de más para acortar distancias, 6-3, en el arranque del segundo cuarto. Pero fue un mero espejismo, puesto que el Barceloneta se marchó en el juego y en el electrónico, con los tantos de Martin Famera, Vince Vigvári en un penalti que impidió lo que hubiera sido el deseado gol de Perrone, Álex Bustos y de nuevo Vigvári, estos dos últimos en superioridad. En siete goles se distanciaban los marineros, 10-3, con medio encuentro por delante.

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Se emparejó más el tanteo en el tercer cuanto, algo que ya le convenía a un Barceloneta que iba alternando su ventaja entre esas siete y ocho dianas. Sumó uno más Granados, en un penalti forzado por Perrone, metía el segundo de su casillero Biel, se añadían al contador de goleadores de la tarde Roger Tahull, Bernat Sanahuja, Alberto Munárriz y Gergo Burián (de penalti), pero también aparecían ya sin tensión Thomas Vernoux, Daniel Angyal y dos viejos rockeros como Michael Bodegas y Andrija Prlainovic. Y seguía parando Aguirre. Diez goles se anotaron en cuestión de ocho minutos.

Con 16-7 y todo resuelto, si es que no lo estaba ya desde mucho antes, se inició el último periodo, conforme la noche ya caía sobre Malta. Dos goles seguidos anotaba un jugador poco habitual en esas lides, Famera. Y entraba Nic Porter en la portería barcelonesa, igual que Arshak Hovhannysian en la marsellesa, para seguir con la estela de paradas de Aguirre. Y para concluir la final de consolación con un espectacular 19-9, con diez tantos de diferencia.

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Más allá del título revalidado por el Ferencvaros ante el Novi Beograd (13-11), lo cierto es que el Barceloneta suma a su historial de la última década larga un bronce mucho más meritorio de lo que indica la poca alegría que despierta. Es la quinta ocasión en que los marineros se hacen con la tercera plaza europea desde 2013, un año antes de la que fuera su primera y por ahora única Champions. Será con un equipo renovado, con nuevas normas y fechas, cuando el Barceloneta busque la segunda.

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