Glusac trunca el sueño del Barceloneta en el adiós de Perrone

Parece aún que fue ayer cuando el siempre vitalista y sonriente Felipe Perrone se quebraba a lágrima viva, el pasado verano en La Défense Arena, después de que España cayera en los cuartos de final olímpicos ante Croacia. Un sentimiento semejante, el sueño inalcanzable en su (pen)último baile, le habrá quedado al capitán este viernes, con la cruel derrota del Club Natació Atlètic Barceloneta en la semifinal de la Champions ante el Novi Beograd, el mismo verdugo de hace dos años. También en los penaltis. Y con un nombre, Milan Glusac, haciéndose bola: detuvo el lanzamiento decisivo, y muchos otros durante el partido. De nada sirvieron los cinco goles y cinco asistencias de Álvaro Granados, omnipresente, ni el 10-10 de Gergely Burián sobre la bocina.

Parecía que no podía comenzar peor el encuentro cuando Vasilije Martinovic y Luka Gladovic establecían el 2-0 en las dos primeras acciones ofensivas de los serbios, una en superioridad y la otra en un contraataque, la propia medicina del Barceloneta. Y si no se engrosó la desventaja es porque Unai Aguirre empezó a templarse, con paradas providenciales ante Martinovic, Dusan Trtovic y Dorde Vucinic. Y, para colmo, estrellaba un balón en el palo Felipe Perrone y Bernat Sanahuja se estampaba ante Glusac.

Imprecisos y nerviosos, más de seis minutos tardaron los marineros en estrenarse en el marcador. Pero en cuanto lo hicieron, en una superioridad aprovechada por Alberto Munárriz con asistencia de Álvaro Granados, se activaron para empatar, en un penalti sobre Perrone convertido por el propio Granados, autor también del 3-3 al final del primer cuarto, después de que Bilal Gbadamassi anotase en hombre de más.

Tomaba su primera ventaja el equipo de Elvis Fatovic a los nueve minutos, en una nueva asistencia de Granados, esta vez para un Vince Vigvári que lo festejó con mucha rabia. Fue efímero, en un segundo cuarto dominado por los guardametas, Glusac y Aguirre, quienes cerraron con llave sendas porterías, salvo en el empate del capitán y líder serbio Milos Cuk, en la cuarta de las superioridades aprovechadas (un cien por cien a esas alturas), y Dimitrios Skoumpakis poniendo el 5-4 con un tiro exterior demasiado a placer.

De aquel esperanzador 3-4 se pasó al 6-4 al inicio del tercer cuarto, de nuevo el todopoderoso Cuk en situación de hombre de más. Un parcial peligrosísimo que se encargó de reducir el de siempre, Granados, asistente también en el 6-6 de Bernat Sanahuja a 11 minutos para la conclusión de la semifinal. Sin prisa pero sin pausa propiciaba el Barceloneta una suerte de nuevo partido, que arrancó con Burián con la asistencia del de siempre, devolviendo el parcial, 3-0, y dando por segunda vez la ventaja a los marineros, que pudo ampliar Vigvári con un disparo a la cruceta.

Lo neutralizó Martinovic, con un golazo de vaselina, cuando restaban seis minutos y después de que Glusac realizara frente a Sanahuja su enésimo paradón. Nada que el grandísimo protagonista de la noche ya sobre Malta no pudiera remediar con otro trallazo espectacular, su gol número 40 en esta edición de la Champions y el 7-8 en la semifinal. Lo acompasó Aguirre en la acción siguiente con su decimosegunda parada en el partido. Que era el momento de los goles de calidad lo refrendó Marko Dimitrijevic, con el 8-8, entrando en los tres últimos minutos.

Crecía el dramatismo, máxime cuando Glusac provocó un penalti al hundir el balón bajo el agua y, en el tiro del omnipresente Granados, no concedían gol los árbitros a pesar de que el esférico había entrado en la portería. Pero sí lo hizo el VAR, en una situación surrealista. Aun así, empató Miroslav Perkovic en superioridad. Y lo peor, probó Skoumpakis desde su casa una vaselina en el penúltimo ataque del encuentro que entró, llorando pero entró, tras impactar en el palo izquierdo de Aguirre.

Un doloroso 10-9 con 42 segundos por delante, la posesión favorable y Fatovic enviando al ataque incluso al portero. Pero ni con toda la artillería del mundo pudo el tiro de Munárriz convertirse en el anhelado empate que forzara los penaltis, igual que hace dos años, ya que recuperó el balón el Novi Beograd en 18 segundos que parecían ya irrelevantes. Pero Cuk cometió una falta sobre Granados, el de siempre, que se la pasó a Burián para igualar increíblemente, 10-10, a falta de cuatro segundos.

El bronce, ante el Marsella

Cargado de moral llegó el Barceloneta a esa tanda de penaltis, que transcurrió con una efectividad brutal durante los ocho primeros lanzamientos, en que se fueron alternando sco de Michelis, Glusac, Nic Porter y Aguirre entre los palos, hasta que en la ronda definitiva, el ya oficialmente verdugo Glusac se lo detuvo a Unai Biel, mientras que Cuk sí convertía el 15-14 que dejaba a los marineros cruelmente fuera de la final.

El adversario por el bronce del Barceloneta, el domingo a las 19:30 horas (RTVE Play) será el Marsella de Marc Larumbe, que luchó y a punto estuvo de remontar en su semifinal ante el Ferencvaros (14-11), que hizo valer su ventajoso 5-2 en el primer cuarto para alcanzar la final (21:30) en la que tratará de revalidar contra el Novi Beograd el título de la Champions, con Miguel de Toro en sus filas.

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