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Maestro y mentor: uno de los personajes más queridos y misteriosos de ‘Aquí no hay quien viva’ era familia de los guionistas

Bartolomé Méndez Zuloaga fue una de las figuras más importantes y misteriosas de ‘Aquí no hay quien viva’. ¿El motivo? El personaje era, en realidad, un homenaje de Alberto y Laura Caballero a uno de sus abuelos.

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Don Bartolomé Méndez Zuloaga, maestro y mentor” no solo es una de las coletillas más utilizadas por Juan Cuesta en ‘Aquí no hay quien viva’, la celebrada serie española, sino que es, en sí mismo, uno de sus grandes misterios. Bartolomé es el presidente emérito de Desengaño 21, que precedió a Juan, pero poco más se sabe de él más allá de su aspecto físico, mostrado a través de su retrato durante las numerosas juntas de vecinos. Esto tiene un motivo de peso que no se revelaba en la serie: nunca tuvo un actor como tal porque, al margen de haber fallecido previamente a los eventos de la serie, no se le concibió como un personaje físico, sino que se trataba, en realidad, de un homenaje al abuelo de Laura y Alberto Caballero, los guionistas y creadores de ‘ANHQV’.

Los motivos por los que nunca llegamos a conocer realmente a Bartolomé en ‘Aquí no hay quien viva’

Aunque el personaje de Bartolomé Méndez Zuloaga se convirtió en una figura fundamental en ‘Aquí no hay quien viva’, paradójicamente, nunca apareció físicamente en pantalla. Este presidente emérito de la comunidad de vecinos de Desengaño 21 fue un hombre respetado y querido por todos, especialmente por Juan Cuesta, quien no dejaba de referirse a él con el cariñoso apelativo de “maestro y mentor”. Bartolomé fue quien redactó los estatutos originales de la comunidad, un documento que se mantuvo intacto a lo largo de los años, a pesar de las constantes quejas del resto de vecinos a Juan, quien quería que permaneciesen inalterados como muestra de respeto hacia su autor original.

Bartolomé nunca tuvo presencia física en la serie porque falleció previamente a los eventos del primer capítulo, pero su presencia era palpable a través de las constantes menciones a su nombre —sobre todo por parte de Juan— y, principalmente, gracias a su retrato, siempre presente en la mesa de Juan Cuesta en las juntas de propietarios que presidió. Este marco con fotografía, colocado estratégicamente, era lo único que los espectadores podían llegar a ver de él. Gracias a este peculiar recurso visual, los guionistas encontraron una manera original de dotar de vida a un personaje importante cuyo rol no era físico y sin la necesidad de contratar a un actor, otorgando al personaje un aire misterioso, solemne y respetable, dado que lo que conocíamos de él era gracias a lo que los demás personajes comentaban sobre su vida y sus funciones en el edificio.

Pese a que Don Bartolomé destacó principalmente por ser una figura respetada y querida del pasado en la comunidad de Desengaño 21; durante su mandato de 40 años, también tuvo algunos episodios más siniestros. Entre las anécdotas más sorprendentes, destaca la ocultación del cadáver del portero Nemesio, quien había muerto accidentalmente tras una pelea con Antonio, el marido de Concha. La trifulca estalló porque este último descubrió que su esposa estaba teniendo un romance con Nemesio. Para evitar escándalos, Bartolomé decidió emparedar el cuerpo de Nemesio en la portería y hacer creer a los vecinos que había regresado a su Soria natal. Este oscuro secreto se mantuvo a salvo por unos pocos de la comunidad, incluido Juan Cuesta, hasta que, años después, se desveló cuando se descubrieron sus restos mortales cuando se hacía una pequeña reforma en la portería.

Don Bartolomé también tuvo un breve escarceo amoroso con Marisa, una de las inquilinas más longevas del edificio. Tras la muerte de su esposa, tuvo un efímero romance con ella, aunque su vida se truncó de forma trágica al fallecer mientras probaba el recién instalado ascensor del edificio. A lo largo de la serie, el personaje permaneció “vivo” gracias a su recuerdo y porque, pese a su presencia no física, era un nexo común para varios de los enredos clave.

En un giro sorprendente, se reveló que Don Bartolomé nunca fue “interpretado” por un actor profesional, sino que era, en realidad, uno de los abuelos de dos de los creadores y guionistas de la serie, los hermanos Laura y Alberto Caballero. De esta forma, pese a los aspectos más oscuros y misteriosos de su paso por Desengaño 21, la figura de Bartolomé se puede interpretar como un homenaje familiar de estos dos creativos hacia su abuelo, y una forma de honrar su memoria, haciendo que viva para siempre gracias a la serie y el recuerdo colectivo de sus fans.

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