Flick, bendito fundamentalista


Un partido colosal, de los que hacen época, deja la resolución de la semifinal en el aire. Bueno para todos, porque el espectáculo que brindaron Barcelona e Inter resultó maravilloso. Fue la noche de Lamine, pero también, de algún modo, de Inzaghi y de Flick. La filosofía del entrenador alemán es una bendición para el espectador.
Sin tiempo para pestañear, el Inter se apresuró en dejar claro que no se había ido pese a la inercia negativa reciente. Ni se había enterado el Barça y ya iba perdiendo. Inzaghi buscó fabricar un contexto en el que Lautaro y Thuram se emparejaban en un dos contra dos ante Cubarsí e Iñigo. Flick, como siempre, fue de cara, y no eludió ese duelo, aunque matizó la posición de De Jong para que no se alejara en exceso de los centrales. Aun así, colocó a sus laterales frente a los carrileros del Inter, un riesgo difícil de sostener en el largo plazo ante ese tipo de sistemas de los rivales. El Inter se lo hizo pagar con Dumfries y Thuram, y también ahondó en la herida blaugrana en el balón parado. Si hay un tipo de jugada que el Barça no gobierna, es la estrategia defensiva. Demasiados goles en contra que pueden tirar por tierra su candidatura al triplete.
Pero nada terminó por derribar al equipo de Flick, que jugó con orgullo y valentía. A través de Lamine, en una de esas noches que disparan todavía más las expectativas de lo que puede llegar a ser, hundió al Inter. Con una circulación rápida de lado a lado, el Barça encontró en situaciones ventajosas a su joven estrella, que abrasó a Dimarco y condicionó toda la respuesta colectiva de los italianos. Pedri gestionó el juego, Raphinha acertó, Ferran se movió a la perfección en el área y la presión tras pérdida cegó la salida del Inter. Al único que no se le terminó de ver cómodo fue a Olmo, demasiado encerrado entre líneas.
El partido tenía vuelta. Inzaghi es un entrenador muy infravalorado, nadie sabe por qué. Su intervención en el descanso mejoró al Inter y descolocó al Barcelona. El equipo italiano dio un paso adelante y distanció la secuencia de su portería, impidiendo que los de Flick se alienaran a gusto con la nueva situación. El Barça perdió el control y desatendió las vigilancias ante un Inter que tuvo el camino libre hacia la portería de Szczesny. No defendió bien. En esa tesitura, Iñigo sufrió como lateral izquierdo y Araújo volvió a evidenciar su vulnerabilidad con el balón. Aun así, el Barça no evitó el golpe a golpe, ni le importó jugar al límite, dando muestras de una personalidad irreverente que responde a la idea fundamentalista de su entrenador. Como es sabido, Flick entiende el fútbol de una única manera, y con ella irá hasta el final. Puede ganar o perder, pero será fiel a sí mismo.
Movimiento inteligente

Raphinha ataca el espacio entre central y carrilero, la zona más difícil de defender en una zaga de cinco jugadores.
¡Tus opiniones importan! Comenta en los artículos y suscríbete gratis a nuestra newsletter y a las alertas informativas en la App o el canal de WhatsApp. ¿Buscas licenciar contenido? Haz clic aquí
Rellene su nombre y apellidos para comentar
Tu opinión se publicará con nombres y apellidos